Por Jaime Perales Contreras
El artista (2011) es una película sui
generis. Es muda y
en blanco y negro. Dos elementos que generalmente el cine de hoy omite.
¿Cuántos filmes de este tipo se han realizado en la época moderna? Muy pocos.
Como ejemplos se pueden encontrar
algunos experimentos, como la película Film (1965), escrita por el premio Nóbel de
literatura Samuel Beckett, y que tenía como protagonista a Búster Keaton;
leyenda del cine cómico mudo y a quien Beckett admiraba profundamente. Se
encuentran también La última locura de Mel Brooks (Silent Movie) (1976), una
divertida parodia de las
películas cómicas de los veinte, en donde no se escucha, a lo largo de dos
horas, más que una sola
palabra. Hay, asimismo,
algunos directores nostálgicos de la época, como Francis Ford Coppola, George
Lucas y el historiador fílmico Kevin Brownlow, que se les ocurrió restaurar Napoleón
(1927), el titánico
e incompleto filme de Abel Gance,
e incluir con él un hermoso soundtrack compuesto en 1980 por el padre de Francis Ford, Carmine
Coppola. También se dieron algunas adaptaciones musicales pop, como es el caso
de Metrópolis (1927), del director alemán Fritz Lang, que Giorgio Moroder, junto con un
mosaico de canciones de diferentes grupos musicales, compuso para la película
una banda original en 1984.
El artista, realizada por el francés Michel
Hazanavicius no se compara con ninguno de estos ejercicios. Es una
película moderna, un drama, en donde somos testigos del ascenso y caída de una
estrella del cine mudo, a fines de la década de los veinte, cuando ésta es
desplazada por el filme sonoro.
El director de El artista vuelve a utilizar a los dos actores principales de su primer filme:
Jean Dujardin y Berenice Bejo. Y, aunque la película perdió la Palma de Oro, en
el pasado festival de Cannes, Dujardin ganó el premio como el mejor actor.
El filme, asimismo, ha sido recibido
con beneplácito por la crítica y por el público debido a que,
inicialmente, se exhibió de manera muy limitada por el temor de la reacción que
se tendría al ver una película muda. El artista actualmente cuenta con 10 nominaciones para el
Oscar de la academia, entre las que se incluyen las de Dujardin y Bejó para el mejor actor y
actriz respectivamente, y la de mejor película.
La idea de hacer una película en donde no hubiera sonido, no se había tomado muy enserio. Sin
embargo, las dos parodias sobre los filmes de James Bond, OSS 117: Le Caire
nid d'espions, (2006)
y OSS 117: Rio Ne Répond Plus (2009) ambas éxitos internacionales y realizadas por el mismo director,
hicieron que la situación fuera favorable para producirla.
Algunos han mencionado que El
artista podría
reformular el cine para que se vuelvan a realizar películas mudas. Es difícil
de pensar que una sola película pueda cambiar la actitud del cine contemporáneo.
Sin embargo, la idea no deja de generar
curiosidad. Ya que ver un filme
mudo actualmente es casi como ser un lector de poesía. Sin embargo, la poesía,
aunque con un público menor, tiene sus seguidores y, no se debe de olvidar, que
el género poético fue el precursor de otros parientes artísticos más populares, como es la novela. Sin la poesía no
habría literatura y sin el cine mudo, simplemente, no habría cine.
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