Por Juan Goytisolo y Tzvetan Todorov
La caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, es uno de los acontecimientos más significativos de la historia europea, e incluso mundial, de los últimos dos siglos. Su significado va mucho más allá de su efecto inmediato, aunque éste tampoco es despreciable. La caída del muro no sólo permitió la libre circulación entre las dos partes de la ciudad, seguida unos meses después por la reunificación de Alemania, sino que anunció el derrocamiento de los regímenes comunistas en la Europa del Este, lo que a su vez abrió la vía, en los años siguientes, para su in- clusión en la Unión Europea, un acontecimiento de gran alcance histórico. Sin embargo, la caída del muro tiene un significado histórico aun más poderoso: es el primer indicio irreversible del hundimiento del comunismo. El desmembramiento de la urss, acaecido dos años después, se limitó a trasponer el suceso a escala mundial. Y el comunismo, por su parte, es uno de los fenómenos más notables de la historia europea: constituye la gran religión secular de los tiempos modernos, la que ha guiado el devenir de la Historia durante aproximadamente ciento cincuenta años.
El comunismo, como las religiones tradicionales, promete a sus fieles la salvación; ahora bien, como religión secular, anuncia el advenimiento de la salvación en la Tierra y no en el cielo, en esta vida y no después de la muerte. De este modo responde a las expectativas de millones de personas sumidas en la angustia de la pobreza y la injusticia y que ya no encuentran consuelo en las promesas de las antiguas religiones. De entrada, el comunismo se presenta también como un proselitismo ideológico, dispuesto a recurrir a la violencia: en el interior de cada país hay que ganar la lucha de clases; de un país a otro, hay que difundir la palabra verdadera y favorecer el advenimiento de los regímenes comunistas. Poco a poco, toda la humanidad debe acabar beneficiándose de los frutos de este mesianismo rojo.
Evidentemente, las ideologías comunistas y anticomunistas no son la única causa, ni mucho menos, de los grandes acontecimientos del siglo pasado; a este respecto, desempeñan un papel esencial muchos otros factores políticos, sociales y económicos. Sin embargo, son estas ideologías las que proporcionan los argumentos de legitimidad política sin los cuales no habrían tenido lugar dichos acontecimientos, del mismo modo que la religión cristiana no es la causa de las cruzadas ni de las conquistas coloniales del siglo xvi, pero ni unas ni otras se habrían dado sin ese marco religioso. En este sentido, el comunismo es la gran fuerza estructurante de la historia desde 1848, primero en Europa y después en el resto del mundo. Es el fin de este movimiento de larga duración y enorme fuerza lo que anuncia en 1989 la caída del Muro de Berlín. En ese momento nació una gran esperanza en Europa, la esperanza de un mundo plenamente pacificado, pues el conflicto ideoló gico que había alimentado las tensiones en los tiempos de la Guerra Fría se había apagado. La caída del Muro de Berlín parecía augurar la de otros muros que subsistían en diversos lugares. Veinte años después, debemos reconocer que aquella esperanza no se vio coronada por el éxito. En lugar de desaparecer de la faz de la Tierra, los muros se han multiplicado. ¿Qué explicación tiene esto?
En primer lugar, recordemos que los seres humanos han construido muros desde la más remota Antigüedad: las murallas erigidas por Alejandro Magno, la Gran Muralla China, las fortificaciones que rodeaban el imperio romano (el “muro de Adriano”). Son barreras de protección contra las invasiones procedentes del exterior, y su función es impedir que los enemigos entren en nuestro territorio para atacarnos. La construcción que podría simbolizar esta función protectora es la fortaleza. En el pasado lejano, destruir un muro era una tarea ardua; con el tiempo, sin embargo, estas construcciones empleadas en la defensa militar se fueron abandonando progresivamente porque los avances tecnológicos (los explosivos) las volvieron ineficaces.
*Editorial Katz publicará este libro en septiembre del 2011. Literal Magazine presenta sólo un adelanto
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