sábado, 30 de abril de 2011

Discurso de Ernesto Sábato al recibir el Premio Cervantes



Es el más alto honor de mi vida recibir el Premio Miguel de Cervantes, doblemente honroso por serme entregado de las manos de un hombre que los partidarios de la libertad admiramos y respetamos: Su Majestad don Juan Carlos I, rey de España.

Con su lucidez y su indomable energía, Isabel la Católica quiso que el habla de Castilla, ya consolidada, se convirtiese en el idioma de los vastos territorios que soñaba, en el convencimiento de que sólo la religión y el lenguaje pueden aligar pueblos diferentes. Nebrija, a su lado, trató de fijarla para siempre, porque la lengua castellana estaba "ya tanto en la cumbre, que más se pudiera temer el descendimiento de ella que esperar su subida". El intento era políticamente comprensible, pero los idiomas terminan por rechazar todas las imposiciones, también las imperiales. Y, así, el castellano siguió cambiando, pues, como señaló Wilhelm von Humboldt, una lengua no es un producto cristalizado sino energía en perpetua transformación.De este modo, la vida y sus vicisitudes fueron enriqueciendo y alterando el castellano, tanto en la metrópoli como, a través de descomunales selvas y cordilleras, en el Nuevo Mundo; probando en semejante epopeya su formidable vigor y su invencible resistencia, manteniéndose siempre una en las mutaciones, según esa dialéctica entre la tradición y la renovación que rige los grandes fenómenos culturales.

Conmovedor destino el de este idioma en sus mil años, y revelador del misterio de la Conquista.Porque si únicamente fuera cierto lo que cuenta la Leyenda Negra, los descendientes de las razas subyugadas deberían manifestar hoy su resentimiento. Y no. Dos de los más grandes poetas de nuestro tiempo, Rubén Darío y César Vallejo, con sangre india en sus venas, no sólo escribieron en la lengua de los conquistadores, sino que cantaron a España en poemas memorables. Ésta es la prueba, a través de los significados pero infalibles signos del lenguaje, de que la Conquista fue algo infinitamente más complejo que lo transmitido por aquella leyenda: fue un profundísimo fenómeno que después de medio milenio convirtió en una unidad espiritual a una veintena de naciones de diferentes razas. ¿Cuántos y cuáles imperios produjeron semejante prodigio?

Por este intrincado camino, Cervantes es el antepasado de todos los que hoy escribimos en castellano, sea en España como en las remotas tierras que alguna vez integraron el vasto imperio. Cuando admirables exégetas han indagado El Quijote -uno de los cuales me honra con su amistad y su presencia-, puede parecer un atrevimiento que yo, sin más títulos que el de escritor, pretenda aportar algo a todo lo que se ha dicho. Si lo hago es porque este premio que se me concede lleva el nombre de Cervantes y porque únicamente me referiré al enigma de la ficción; y cada novelista, por modesto que sea, ha tenido la vivencia de ese enigma y puede, quizá, contribuir a desentrañarlo.

Supo Cervantes que escribía una obra trascendente? No, por cierto, cuando comenzó a hacerla. Un ingeniero sabe de antemano lo que llegará a ser el puente que ha calculado en sus planos; pero no se puede calcular una gran ficción, porque no se construye únicamente con las razones de la cabeza, esas que sirven para demostrar teoremas, sino también -y sobre todo- con lo que Pascal llamaba "les raisons du coeur", las incomprensibles y contradictorias verdades del corazón. Dostoievski se propuso escribir un folleto sobre el problema del alcoholismo en Rusia y le salió Crimen y castigo. Cervantes quiso escribir una regocijante parodia de las novelas de caballería y terminó creando una de las más conmovedoras parábolas de la existencia, un patético y melancólico testimonio de la condición humana, un ambiguo mito sobre el choque de las ilusiones con la realidad y de la esencial frustración a que ese choque conduce. Esto no lo sabía al comenzar su empresa, no lo podía saber ni aun con su prodigiosa inteligencia, porque el corazón es inconmensurable con la cabeza: lo fue sabiendo a medida que avanzaba, según los acontecimientos imprevistos y los actores, que iban mucho más allá o en diferentes direcciones de lo preconcebido. Y quizá no lo supo nunca del todo, ni siquiera después de haber dado cima a la gran aventura, como nunca podemos descifrar acabadamente el significado de nuestros propios sueños; porque todas las explicaciones que la razón intenta son impotentes, porque el sueño es irreductible a los puros conceptos, porque el sueño es una ontofanía, una revelación de esa oscura realidad del inconsciente en la única forma en que puede expresarse. De ahí todas las interpretaciones que se dan de un mismo sueño, según la época y las teorías que se utilicen; y de ahí, y por los mismos motivos, las diversas y hasta encontradas lecturas de una ficción profunda como la de El Quijote. Si no fuera más que una sátira de la novela de caballería, no habría perdurado cuando esas narraciones estaban olvidadas y carecían de la menor vigencia. Y tampoco se explicaría por qué esa presunta sátira, además de hacernos reír, nos anuda la garganta. Todos comprendemos que sus aventuras son grotescas y, al mismo tiempo, intuimos que algo tan visible como los molinos de viento constituyen un revelador mito de la condición humana. ¿Qué es, entonces, El Quijote: una simple burla o un símbolo inacabable?

Los personajes protagónicos de una gran ficción son emanaciones, hipóstasis del yo más recóndito del escritor y por eso son inesperados y toman por caminos que el creador no había previsto, o cambian sus atributos según se desarrollan, atributos que van descubriéndose por los actos que ejecutan, a medida que la acción avanza. Nada más sensato que Don Quijote cuando da consejos a Sancho para gobernar la ínsula, y nada más quijotesco que Sancho cuando cree en esa ínsula. El escritor experimentado sabe que este fenómeno es inevitable y que debe ser modestamente acatado, porque es lo que asegura la uténtica vida de sus criaturas. No debe suponerse que por tener existencia en el papel y por ser inventados por el autor carecen de libre albedrío, son títeres con los que el escritor puede hacer lo que quiera. Por el contrario, el artista se siente frente a su propio personaje tan intrigado como ante un ser de carne y hueso, un ser que tiene su propia voluntad y realiza sus propios proyectos. Lo curioso, lo antológicamente motivo de asombro, es que ese personaje es una prolongación del creador, sucediendo como si una parte de su ser fuera testigo de la otra parte, y testigo impotente. Por esto, que a primera vista nos asombra, se comprende cuando tenemos en cuenta que esa emanación no es el resultado de la razón del autor y de su voluntad, sino de motivaciones de su yo más enigmático. Así, también pasa con nuestros sueños, esas ficciones de las que cada uno de nosotros somos autores, como personajes que no han salido, que no podrían haber salido, más que de nosotros mismos y que, no obstante, son de pronto tan desconocidos que hasta nos aterran.

Esta característica de las grandes ficciones es, precisamente, la que las convierte en grandes verdades. De un sueño se puede decir cualquier cosa, menos que sea una mentira.No sabemos, difícilmente alcanzamos a entender el significado último de ese portentoso fenómeno, pero sin duda es la expresión auténtica de un hecho. Mediante aquello que desde antiguo se llamó inspiración, sin proponérselo, el escritor rescata de ese territorio arcaico símbolos y mitos que confieren verdad a sus creaciones y que les darán la perdurabilidad de la especie humana. El espíritu puro produce ideas, pero las ideas cambian, y de ese modo Hegel es superior a Aristóteles, pero el Ulises de Joyce no es superior al Ulises de Homero. Los sueños no progresan: dan verdades inmutables y absolutas.

En una carta a un amigo, Karl Marx manifiesta su perplejidad porque las tragedias de Sófocles seguían conmoviendo, a pesar de ser las sociedades modernas tan fundamentalmente distintas. Pero es que los atributos últimos de la condición humana no sufren las vicisitudes de la historia. La muerte no es histórica, siempre el hombre ha sido mortal y seguirá siéndolo, y así también con otras características que constituyen el fondo metafísico del hombre. Estos atributos últimos son los que alcanzan a descubrir y describir los grandes escritores en sus ficciones. Es precisamente por esto que El Quijote vale para todas las épocas y en cualquier parte del mundo. Cervantes es radicalmente español, hasta el punto que es difícil imaginar que pudiera haber surgido en otra parte; pero, al mismo tiempo, revela y enuncia misterios del alma de todos los hombres. Como decía Kierkegaard, más ahondamos en nuestro corazón, más ahondamos en el corazón de cualquier ser humano.

Esta suerte de complejidades es lo que vuelve imposible juzgar razonablemente la obra máxima de Cervantes. Su mente comenzó planeando un "pasatiempo al pecho melancólico", pero su instinto poético logra, finalmente, levantar de entre las ruinas de su protagonista apaleado, escarnecido y ridiculizado una figura imponente y conmovedora.Y no son los ingeniosos y descreídos bachilleres los que se imponen al lector, sino el destartalado hidalgo con su fe inquebrantable, su candoroso coraje, su heroica ingenuidad.Esto es lo que después o hasta en medio de la risa llena de pronto de lágrimas nuestros ojos.

En el último capítulo, Cervantes le hace renunciar a todas las ilusiones y quimeras. Como escritor, intuyo que escribió esta parte con el alma contrita, oscuramente sintiendo que cometía con su caballero la última y más dolorosa de sus aventuras, obligándolo a morir desquijotado, para felicidad y tranquilidad de los mediocres, de los que aceptan la existencia como es, con la cabeza gacha, cualesquiera sean las renuncias y sordideces.
ara mí, el Cervantes de tantas andanzas en pos de ideales frustrados, dolorosamente se auto contempla y humilla en esa escena final, aceptando el acabamiento de su propia vida con honda amargura. Podría pensarse que aceptaba con resignación cristiana la voluntad de Dios. Pero, ¿por qué Dios no ha de querer a los Quijotes? Me atrevo a pensar que Cervantes amó hasta el final al Caballero de la Triste Figura y que, tímida y lateralmente, desplaza sus ilusiones nada menos que al risible escudero, para que su amargura sea más irónicamente dolorosa.

Y así, Cervantes dio cabo a su grandiosa fantasía. Región desgarrada y ambigua, sede de la perpetua lucha entre la carnalidad y la pureza, entre lo nocturno y lo luminoso, campo de batalla entre las Furias y las olímpicas deidades de la razón, el alma es lo más trágicamente humano. Por el espíritu puro, a través de las matemáticas y la filosofía, el hombre exploró el hermoso universo de las ideas, universo infinito e invulnerable a los poderes destructivos del tiempo; aun las poderosas pirámides de Egipto terminan por ser desfiguradas ante el implacable viento del desierto, pero la pirámide geométrica que es su espíritu permanece eternamente idéntica a sí misma. Mas ese orbe platónico no es la verdadera patria del ser humano: es apenas una nostalgia de lo divino. Su verdadera patria, a la que retorna después de sus periplos ideales, es esa región intermedia del alma, región en que amamos y sufrimos, porque el alma es prisionera de su cuerpo y el cuerpo es lo que nos hace "seres para la muerte". Es allí, en el alma, donde se aparecen los fantasmas del sueño y de la ficción. Los hombres construyen penosamente sus inexplicables fantasías porque están encarnados, porque ansían la eternidad y deben morir, porque desean la perfección y son imperfectos, porque anhelan la pureza y son corruptibles. Por eso escriben ficciones. Un dios no necesita escribirlas. La existencia es trágica por esa esencial dualidad. El hombre podría haber sido feliz como un animal sin conciencia de la muerte o como espíritu puro, no como hombre: desde el momento en que se levantó sobre sus dos pies, inauguró su infelicidad metafísica.

Así, Cervantes escribió El Quijote porque era un simple mortal. Tierno, desamparado, andariego, valiente, quijotesco Miguel de Cervantes Saavedra, el hombre que alguna vez dijo que por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida: ¡qué emoción siento ahora, en el final de mi existencia, al ser protegido por su generosa e innumerable sombra!

viernes, 29 de abril de 2011

Sister Helen Prejean Talks to Literal

Patricia Gras (PBS) and Rose Mary Salum (Literal)  talk to Sister Helen Prejean about death penalty and her work through these years




Filmed and edited by: Christina Rivera
 

lunes, 25 de abril de 2011

Discurso de Gonzalo Rojas al recibir el Cervantes



Ahora que el poeta Gonzalo Rojas se nos ha ido, lo recordamos con este discurso que dio al recibir el Premio Cervantes, pero también con los poemas que publicó en la primera edición de Literal, un otoño del 2004. Para leer los poemas con los que inauguramos la primera entrega de Literal, presionar aquí.





Majestades, señoras y señores:

Discursos van, discursos vienen y no dicen gran cosa.
He medido las páginas. No pasaré de diez con letra grande.Ya Cervantes lo dijo todo en esta lengua de nacer y seguir naciendo desde la meseta hermosa hasta los últimos parajes insulares, de los trópicos a la Antártida, y uno debiera entrar en el callamiento este 23 que no es de abril sino de la respiración del mundo. Porque uno dice aire y dice tiempo con respiro temerario y hasta dice eternidad en español, sílaba y más sílaba, del vagido al velorio, y el prodigio sigue creciendo más allá de toda circunstancia por adversa que sea; más allá por ejemplo de la inmolación y del martirio en esos rápidos que el otro día partieron extrañamente de Alcalá.Ser es crecer y eso lo dijo el sánscrito, de tal suerte que cuando somos más bien crecemos.

Pero no procede la alabanza en esta fecha, sino la confirmación de que vivimos colgados del lenguaje, como dijo Niels Bohr, y ese lenguaje es el que respiramos y vivimos a cada instante, lo mismo en la península que en las cumbres andinas o en la vastedad oceánica, o en las grandes ciudades, de los trópicos a los hielos.

No estoy tan seguro de que el juego dé para tanto en el bellísimo Paraninfo como para decir algo nuevo. No hay nuevo. Apollinaire habló con insistencia de le nouveau al empezar el otro siglo. ¿Qué será le nouveau? Un minuto, y se arruga.

Vivimos tiempo que ni se detiene ni tropieza ni vuelve. Soy hijo de minero del carbón y eso lo dije hace doce años, cuando el Premio Reina Sofía, y está escrito que los verdaderos poetas son de repente, y no basta el oficio. La poesía encarna en uno como por azar. También lo dije allí. Te dan la palabra que no mereces y te pones a balbucear el mundo, imantado como en el amor por el encantamiento y el desollamiento. Lo dijera Cervantes: "yo que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta, la gracia que no quiso darme el cielo."

Me remonto a mi mocedad, a esos diecisiete años que andarán siempre en nosotros, me remonto a mi mocedad con epicentro en la Biblioteca de la calle Vivar en Iquique, naturalmente Ruy Díaz de Vivar. En ese Iquique que vino a ser algo así como mi primer exilio, o más bien mi intraexilio en los bordes del Perú. Ahí me veo leyendo todavía sin parar la colección entera Rivadeneira, donde también Darío aprendió a leer a España en profundidad. Ahí debemos andar todavía entre los altos anaqueles, naciéndonos los unos de los otros: cervantinos, quevedianos, gongóricos, teresianos, ¿por qué no?, a la siga de Juan de Yepes, rey del idioma. Pero no sólo a la siga de la clasicidad áurea, sino también de aquellos otros —los cronistas— que escribieron el Nuevo Mundo en esos mismos días, más allá de los mares, los desiertos, los abismos, cuando el Descubrimiento y más acá del Descubrimiento, cuando la Conquista y el gran minuto colonial, que no fue acaso servidumbre sino proyecto de ser. De ser y de más ser como es la libertad y el ejercicio mismo de la poesía. Ahí me veo también leyendo por primera vez la Revista de Occidente, el diario El Sol de Madrid y el Lorca del Romancero gitano, y a los poetas del 27.
"No hay Dios ni hijo de Dios sin desarrollo", dijo una vez Vallejo, el más grande poeta del Perú, genio del mestizaje como nuestra Mistral o nuestro Rulfo, nuestro Darío o el mismísimo Neruda, cuyo centenario está ardiendo estos días en la Patria Grande de Cervantes que es la lengua. Esa Patria Grande que nos une a todos por sangre y por oxígeno, se entiende, desde el Cid al Quijote y más acá.

Cuando hablo de la amarra entre la Edad de Oro y los Cronistas de Indias, estoy pensando necesariamente en los progenitores de la gran narrativa iberoamericana, los Carpentier, los Rulfo, los Arguedas, los Cortázar por ejemplo, y aún en nuestros poetas visionarios: un Huidobro, una Mistral, un Pablo de Rokha, un Vallejo, un Neruda o un Octavio Paz.
Más claro: no es que seamos únicamente libro, somos también imaginación abierta a las grandes mudanzas, y amor, y libertad al mismo tiempo. Todo eso hablando de niñez y reniñez incesante, de riesgo y de coraje.

Ahí vamos en la apuesta. ¿Qué será el 3004 de nosotros, por ejemplo?, ¿el 4004 qué será? Ahí estará otra vez intacto Cervantes leyendo el parpadeo de la historia en el de las estrellas. Leyendo el mundo y releyéndonos. ¿Qué será de él mismo y por añadidura, si se quiere arbitraria, qué será de nuestro Borges y su Aleph, Neruda y su Residencia, Vallejo y su Trilce, Carpentier y sus Pasos perdidos, Huidobro y su Altazor, Darío y más Darío?

De niño aprendí solo, yo solo, que hay que mirar hacia adelante y también hacia atrás al mismo tiempo y no tenerle miedo al miedo. Porque no se me da la sentencia preciosa del gran Eliot: "Te mostraré el miedo en un puñado de polvo." No es para tanto, nunca es para tanto.
Está escrito que los grandes ríos arrastran la sabiduría; el Bío-Bío por ejemplo, que procede de Buy-Buy, vocablo de los aborígenes para designar a esa inmensidad sonora como el Yang-Tze, o el Orinoco, ese mismo Buy-Buy de mis infancias que el otro Alonso vadeara tantas veces allá por los veintitrés de su mocedad, el caballo andaluz todo sudado. Pinto la figura y paro: el verdadero fundador de Chile es él, inventor de su mito en La Araucana, celebrada por Cervantes en el capítulo vi, mito que aún resuena en el Canto General de Neruda. Ahí va esa octava inmortal que más parece un parte clínico de hoy con fecha y hora exacta:

Aquí llegó, donde otro no ha llegado,
don Alonso de Ercilla, que el primero,
en un pequeño barco deslastrado,
con sólo diez pasó el Desaguadero
el año cincuenta y ocho entrado
sobre mil y quinientos, por febrero,
a las dos de la tarde, el postrer día
volviendo a la dejada compañía.

Señoras y señores: difícil enhebrar la aguja lúcida para este barbarofonón. La poesía encarna en uno como por azar. Y es que uno no la merece a la palabra. Se la dan porque se la dan. Será cosa de los dioses, pero también del obseso de ser y más ser que anda en el mísero alumbrado que soy yo mismo, ese otro alumbramiento más allá de la madre, de la niñez a la reniñez, del vagido al velorio, y por ahí cosa más de fisiología que de metafísica, más de animal de instante que de loco de eternidad, aunque siempre hice mías unas parcas líneas de Teresa de Ávila, a unos milímetros de Gabriela.

Tengo una grande y determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje lo que trabajare, murmure quien murmurare, siquiera me muera en el camino, siquiera se hunda el Mundo.

Lo que quiero decir es que encima de los ochenta —ya destemporalizado y desespacializado— sigo intacto, creo que sigo intacto, nadando en el oleaje de las pubertades cíclicas, de encantamiento en encantamiento y de desollamiento en desollamiento. Nada me desengaña y el mundo me ha hechizado, sin insistir en la cuerda de Quevedo. Ni en la de Huidobro que nos hizo viejóvenes para siempre. No paso de aprendiz y el seso no me dio para letrado, ni menos para el fulgor encandilante de estar aquí. Pónganse en mi caso, es que no lo merezco, ¿qué lo voy a merecer?

"Alone", un pontifex maximus de la crítica oficial de Chile, cartero o no pericoloso de las honras, me echó fuera del planeta el 48, cuando mi primer libro; ¿cuál sería ese domingo mercurial? "Al paso que van, dijo, las letras nacionales no prometen nada bueno." Epitafio antes de nacer, la vanidad se cura a la intemperie como las grandes heridas, ¡y además mi libro se llamaba La miseria del hombre! Escarnio pide escarnio, y es bueno que a uno le digan no. No, porque lisa y llanamente no, y basta. Mucho sí te encumbra y te envilece. Ah, y otra cosa en esto de escribir y difundir: demórate demorándote todo lo que puedas, ritmo es ocio y sosiego (y eso lo supo Cervantes como nadie), prisa para qué, laudatio para qué, vitrina publicitaria, publicidad vergonzosa para qué. Este oficio es sagrado y no se llega nunca. Claro, uno cree que de repente dice el Mundo, y puede ser, ¿por qué no?, cada diez, cada cinco, cada tres, cada nunca, ¿por qué no? Se escribe y se desescribe, Kafka, Rulfo, Vallejo incomparable. ¡Y Cervantes, mi Dios!

Y algo entonces sobre el aprendiz interminable que soy yo mismo. Escribo cada día al amanecer cuando el duchazo frío me enciende las arteriolas del seso. Siempre me funcionó el crepúsculo matinal; el otro, el vesperal, mucho menos; será cosa de respiro imaginario. Porque de veras soy aire y eso tiene que ver con el océano del gran Golfo de Arauco donde nací, y también con las cumbres de Atacama donde (allá por mis veinte años) los mineros del cobre me enseñaron mucho más que el surrealismo: a descifrar el portento del lenguaje inagotable del murmullo, el centelleo y el parpadeo de las estrellas.

Permítanme aclarar: yo tenía veinte años y estaba ahí estudiando en una facultad de letras de Santiago capital de no sé qué, a unos metros del gran Huidobro a cuya casa solíamos concurrir algunos jóvenes para oxigenarnos. De golpe se me dio el hartazgo. ¿Hartazgo de qué? De nada, como es el hartazgo; en ese asomo al ser que dice Heidegger. Entonces me aparté de todo y me marché a las cumbres de Atacama en búsqueda de mí mismo como son todas las búsquedas o en busca de mi padre muerto, que casi siempre es uno mismo. Además él fue un minero que venía de mineros, de esos mismos nortes. Así, fui a parar al norte, en diálogo amoroso con mujer, una muchacha limpia y mágica de apellido británico, madre del hijo primogénito. Después, ya libre de academias y vanguardias vanguarderas, el viento de esas cumbres me lo dio todo.

Sé que me repito pero qué le voy hacer. Soy la metamorfosis de lo mismo. Y el país longilíneo es para la risa: se lo da todo a sus poetas: la asfixia y el ventarrón de la puna, el sol hasta el desollamiento, lo pedregoso y lo abrupto, ¡y que lo diga la Mistral!, el piedrerío, lo hortelano y la placidez, el sacudón que no cesa y unas veces estalla cataclístico, la fiereza de las aguas largas y diamantinas, los bosques donde vuelan todos los pájaros, ¡esos bosques!, ¡esa hermosura que nos están robando del Este y el Oeste en nombre de la tecnolatría!, lo geológico y lo mágico de más y más abajo donde empieza el Principio, más allá todavía de lo patagónico y lo antártico. El rey Juan Carlos anduvo el otro día por ahí y alcanzó a ver lo diamantino de lo antártico y sus increíbles proyecciones para otros plazos del planeta. Yo también anduve ahí hace unos años y fundé una escuela para niños en La Villa de las Estrellas. Esto vengo a pedir en la gran fecha cervantina: volvamos al reencuentro de los unos y los otros. Volvamos al rehallazgo en la Villa de las Estrellas.

¡Chile: país vivido! Personalmente yo he vivido largo a largo ese país y no por turismo literario, ¡Dios me libre!, sino por locura y, ya de niño, me fui a morar para siempre a cada uno de sus párrafos geológicos y geográficos, de norte a sur. Pero no soy eso que dicen un poeta lárico o telúrico sino más bien un poeta genealógico de mundanidad, que cree en la doble parentela: la sanguínea y la imaginaria. De eso supo Cervantes como ninguno. Así, por ejemplo, si el minero del carbón don Juan Antonio Rojas me engendró en plena juventud en la ventolera seminal de los ocho hijos al cierre de la primera guerra, también me engendró Vallejo y, ¿por qué no?, Quevedo.

Dos animales literarios por portento especial me deslumbraron en el siglo que pasó, tanto o casi tanto como el genio de Alcalá a lo largo de mis niñeces y mis reniñeces, dos adivinos anarcas y mágicos a la vez hasta las medulas desolladas, como hubiera dicho Quevedo (sin esdrújula), dos esquizos prodigiosos que hablaban solos y no es cosa de niños ni de viejos: Ezra Pound, que hablaba solo; Borges, que hablaba solo; Roberto Matta, que sigue hablando solo. Lo incluyo a Matta en la dinastía porque ese sí es un poeta pura sangre, como Juan Rulfo, aunque ninguno de los dos haya escrito nunca un verso. ¡Ese Matta transgresor —roto y pije a la vez, fino y rajado (como se dice en Chile), allendero como yo, partidario de la justicia hasta las últimas consecuencias como el ingenioso hidalgo, defensor de los humillados y ofendidos, los ametrallados y los mutilados, los desaparecidos y los muertos en el plazo pavoroso del 73, ese Matta que sigue dándole buen oxígeno a la especie! En cuanto a Pound, "galimatías y esplendor" —como lo juzgó alguna vez Octavio Paz—, nacido en Idaho donde dicen que crecen las mejores patatas del planeta (potatoes se dice allá); en cuanto a ese clásico único apaleado por loco en nuestro plazo, cuyos Cantares todavía serán leídos más allá del siglo veinticuatro, a ese tal lo vi o lo intraví en Venecia el 99 bajo la llovizna en la prisa del cimitero de San Michele a medio cerrar, porque ya iban a ser las cuatro y el vaporetto cincuenta y dos que sale de San Marcos no espera. Ahí alcancé a ponerle al acostado bajo el mármol alguna rosa y alguna lágrima —¿por qué no?— y a decirle "Arrivederci. Miglior Fabbro: nos vemos".

T.S. Eliot acertó cuando le puso así en la dedicatoria de su Waste Land (La tierra baldía): "Al miglior fabbro." Al mejor hacedor. Ahí quedó durmiendo el ocioso, al arrullo del tableteo de las aguas.

A Borges, en cambio, lo vi en pie, bastón en mano, en Yale el 81, pero él naturalmente no me vio. Todavía está ahí ¿será el único que no se nos ha muerto nunca? Algo hay en él de resurrecto incesante, como en Huidobro o todavía más en Vallejo, quien es el que más me es, en rigor de abolengo, de los progenitores inmediatos de la centuria que pasó. Siempre hablando de Borges, o últimamente de Neruda, eso de los cien años es cosa peregrina, ¿quién no cumple cien años? Además, qué importan las efemérides engañosas. El tipo está joven y el Aleph está escrito en ese texto genial, como le pasó a Neruda con su Residencia en la Tierra. Lo que fascina a la gente es el renombre y el estruendo de los premios, pero nada más escaso que el ojo de leer. ¿Y Matta? Bueno, él es para mí el relámpago y parece gobernarlo todo con su invención: lo visible y mucho de lo invisible. No sólo es ojo sino galaxia distinta, parto de mundo, alguien que de veras ve de día a las estrellas, como Don Quijote, un alumbrado en fin. Y además, qué modo de silabear el mundo en sus escritos, de vislumbrar el caos primigenio, y cuánto amor por el hombre entero que algún día vendrá después del descuartizado que somos.

De repente estoy en la reniñez y me digo con el gran Horacio de hace dos mil años: "Lusisti satis, edisti satis, atque bibisti. Tempus abire tibi est." Jugaste bastante, comiste romanamente, y bebiste: ¡tiempo de que te vayas!

Vamos cerrando con un texto que escribí allá abajo en la Antártica entre el zumbido y el crujido de los grandes hielos color turquesa, y el silencio que sigue siendo para mí la única voz.
Lo escribí en un rapto casi instantáneo el 93 como una carta al Nadie que anda en lo efímero del hombre. Quiera oírla Cervantes desde la eternidad de los hielos donde no se cronometran nuestros míseros siglos.

Y ahora la última página, la diez como prometí. Se me excuse la asfixia de los versos veloces.
Los leo ahí, sin más:

I

Poca confianza en el xxi, en todo caso algo pasará,
morirán otra vez los hombres, nacerá alguno
del que nadie sabe, otra física
en materia de soltura hará más próxima la imantación de la tierra
de suerte que el ojo ganará en prodigio y el viaje mismo será vuelo
mental, no habrá estaciones, con sólo abrir
la llave del verano por ejemplo nos bañaremos
en el sol, las muchachas
perdurarán bellísimas esos nueve meses por obra y gracia
de las galaxias y otros nueve
por añadidura después del parto merced
al crecimiento de los alerces de antes del mundo, así
las mareas estremecidas bailarán airosas otro
plazo, otro ritmo sanguíneo más fresco, lo que por contradanza hará
que el hombre entre en su humus de una vez y sea
más humilde, más
terrestre.

II

Ah, y otra cosa sin vaticinio, poco a poco envejecerán
las máquinas de la Realidad, no habrá drogas
ni películas míseras ni periódicos arcaicos ni
—disipación y estruendo— mercaderes del aplauso ignominioso, todo eso
envejecerá en la apuesta
de la creación, el ojo
volverá a ser ojo, el tacto
tacto, la nariz
éter de Eternidad en el descubrimiento incesante, el fornicio
nos hará libres, no
pensaremos en inglés como dijo Darío, leeremos
otra vez a los griegos, volverá a hablarse etrusco
en todas las playas del Mundo, a la altura de la cuarta
década se unirán los continentes
de modo que entrará en nosotros la Antártica con toda su
fascinación
de mariposa de turquesa, siete trenes
pasarán bajo ella en múltiples direcciones a una velocidad
desconocida.

III

Hasta donde alcanzamos a ver Jesucristo no vendrá
en la fecha, pájaros
de aluminio invisible reemplazarán a los aviones, ya al cierre
del xxi prevalecerá lo instantáneo, no seremos
testigos de la mudanza, dormiremos
progenitores en el polvo con nuestras madres
que nos hicieron mortales, desde allí
celebraremos el proyecto de durar, parar el sol,
ser —como los divinos— de repente. ~

lunes, 4 de abril de 2011

A New era at the Museum of Fine Arts, Houston

By Rose Mary Salum

Ten years ago, I had the privilege to interview Mari Carmen Ramírez, who was appointed the chief curator of the Latin American Department at the MFAH. Here is the reproduction of that article that was published in 2001. Ten years have passed and Dr. Ramírez and I talked again The current conversation I had with her due to the tenth anniversary of her Department, has been published in Literal´s spring issue 2011.

In May 2001, the Museum of Fine Arts, Houston (MFAH) established the first Curatorial Department of Latin American Art in the United States. This is an especially important event for Latin American culture, as it is the only center of its kind in this country. Although a similar program was created at The University of Texas in Austin in the 1960s, this was only a minor department within a department—it did not enjoy the stature and resources of the MFAH.

“The MFAH´s department is the only Latin American center within a museum exclusively developed and dedicated to the study of contemporary Latin American Art,” explains the center’s curator Mari Carmen Ramírez.

A Museum Evolves
The MFAH was formed in the early 1900s. The first steps to establishing a general collection were taken when the museum acquired pieces from Egyptian, Pre-Columbian, Classic, Greco-Roman and European collections. Eventually, African and Asian pieces were incorporated, but artistic production from Latin America had no real presence or significance.

As the Latino community’s political power and cultural influence grew, the museum’s trustees and director became conscious of the need to include Latin American art in its global collection. In turn, the concept for the Latin American center was established. The center exists for two reasons: one, to acquire works of art for the collection and exhibitions; and two, to create a research center dedicated to surveying Latin artists, movements and trends. The center is designed to complement the Curatorial Department activities and to provide deeper insight and opportunities for advanced research.

In general, art museums in the US do not include research centers. According to Ramírez, this center is important because “right now, the discipline of Latin American art does not exist—it is just emerging. Latin America art does not exist—it is just emerging. Latin American is not taught at universities, and it has not distinct interpretation. Because of this lack of study and exposure, North Americans do not have a clear vision or understanding of its essence. This curatorial project is noteworthy because it includes both educational and research components.”

Global Recognition of Latin American Art
In the 1960s, there was a very important movement which globalized Latin American art. Exchange circuits were created between Latin America, Europe and the United States; exhibitions were presented; scholarships were granted and artists traveled. International art circuits created a demand for artists not only from Hispanic America, but from Asia and Africa as well.

This demand was accompanied by a trend towards the exotic. The gay movement began. Artists like Frida Kahlo—the female victim of machismo who vindicated herself—were recovered. Stereotypes were created—like the idea that all Latin American art is political, and created with brilliant colors and wild themes. Neoliberal trends were in vogue.

In the last 20 years, there has been a considerable increase in Latin American art. In the 1980s Latin American art auctions drove interest in the U.S. In the 1990s, several Latin American artists rose to prominence as their work was exposed to mainstream audiences. The last decade brought a new consciousness for incorporating Latin American art into both local and international exhibitions.

The MFAH has been part of this movement not only through the creation of the Curatorial Department, but also through the introduction of great artists to the American public. Artists like Jesús Rafael Soto, almost unknown in the US is famous in many other parts of the world. So are Argentineans Antonio Berni, Olivia Clark, and Gego, to name a few. Ideally, the MFAH would like to include all of these artists in its core collection, to be seen and admired with the works of Picasso and Matisse.
The museum intends to collect these artists´ works and introduce them along with other 20thCentury artists. “However, it´s important to note, when talking about Latin American art, we are not referring to it as a ghetto of artists,” clarifies Ramírez. “The museum is interested in incorporating Latin American artists into the universal art realm, where they should have been from the very beginning. Not only Latin Americans, but people of all ethnic groups can now appreciate it. Latin American art will soon carry on a dialogue with all other cultures.”

Although the focus of MFAH{s department will be on the visual arts, interdisciplinary projects will also be presented. The museum currently has a Latin American film library with an existing program just introduced last year. The film idea was developed before the center was created. But now there will be a more solid interaction between Latin American films and artists´ retrospectives.

The Future of Latin American Art at the MFAH
The MFAH´s Latin American Department expects to have a large collection of art and several significant exhibitions and publications during the next 10 years. The goal is to develop a consciousness about Latin American artists within the American public. “We hope to not only make it known, but to achieve a sound understanding of it,” explains Ramírez. It is not just about presenting exhibitions, but rather, establishing a solid and sound project that will provide lasting, long-term results. It is our intention to create books, documents and other Latin American publications within 15 years. Ultimately, we expect to achieve a presence.”


First image:
Jesus Soto
400x600
Collection of MOMA, New York

Second image:
Gego, Reticulárea, 1975
Stainless steel wire, 82 x 102 x 7 inches
Collection of Museum of Fine Arts, Houston

jueves, 24 de marzo de 2011

After Hurricane Katrina, The Art


Justin Forbes presents his first solo exhibition with The Jonathan Ferrara Gallery

Halcyon Days features a new series of Forbes' oil paintings - his first major body of work since Hurricane Katrina drove him from New Orleans in late 2005, as he became a permanent evacuee - a victim of the storm and its aftermath. This exhibition marks his triumphant return to New Orleans and is his first gallery exhibition in over seven years.

Justin Forbes paints in a vivid, almost psychedelic palette; his work combines an Alice Neel-like surrealism with the American nostalgia in the vein of Edward Hopper and Thomas Hart Benton. The result is a frenetic, emotion-infused recording of subterranean culture.

Forbes says of this new body of work:

"In my work, I try to evoke a hipstamatic memory drawn from the inner vaults of our childlike subconscious residing behind protected firewalls. It is this shared experience,, this muscle memory in dream or reality that I hope to capture. Through specific attention to genuine details and characters as they interact, I attempt to create a stylized personal mythology that both appeals to the side of us that becomes teary-eyed and giddy with the teen-aged thrill of something new, and leaves us haunted by the childhood psychodrama of something old, fervently capturing compressed moments in life that come as close to the reverie of actual experience as possible within the finite dimensions of a canvas."

Justin Forbes has been enjoying his artistic pursuits for most of his life. Born in Hollywood to a professional photographer and a professional dancer, he was exposed to art at a young age and it was his first love, career, and lifestyle.

Forbes' work is narrative and autobiographical in nature. His life and his art overlap as many events and dreams make their way into his large, saturated settings. Forbes seems to invite the viewer to watch a performance and be a part of the intensity as they are challenged by character elements staring out at the audience. Color, light and shadow are integral elements in his richly layered oils. There is a sense of irony along side the often brutally honest story lines alluded to in Forbes' compositions. There is a sense of familiarity with his characters as the viewer senses that they "know" people in his portraits and vividly painted "snapshots" of the scenes of a world that intersects real life and a hipster fantasy. Forbes strives for a perfect energetic yet loose mastery of detail and mood as he exaggerates perspective as if the world is being viewed through a wide angle lens.

Justin Forbes' work has been exhibited in New York, San Francisco and New Orleans. His work has been featured Juxtapoz Magazine, ART Papers, Tribe Magazine, the current issue of Twisted South and is slated to be on the HBO series Treme. Forbes has also done illustrations for Hustler magazine.

Justin Forbes' paintings are in numerous public and private collections including the Michael Brown and Linda Green Collection, Actress Sela Ward, TV commercial producer T.G. Herrington, publishing magnate Larry Flynt, Debora and Paul Lipman and the permanent collection of the Ogden Museum of Southern Art.

Justin is represented by the Jonathan Ferrara Gallery in New Orleans.

Picture:
Waiting for the Ball to Drop (2011)
Oil on canvas
48 x 60 in

lunes, 21 de marzo de 2011

Los bosques de Nezahualcoyotzin

Por Rima de Vallbona
Catedrática Emérita, University of St.Thomas
Miembro de la Academia Norteamericana
de la Lengua Española y de la Academia Costarricense de la Lengua Española


Entre otras cosas que hizo [el rey Nezahualcoyotzin] dignas de su fama y nombre fue que alargó los montes, porque de antes tenía puestos límites señalados hasta donde podían ir a traer maderas para sus edificios y leña para su gasto ordinario, y tenía puesta pena de vida al que se excedía de los límites.
Fernando de Alba Ixtlilxóchitl, Historia de la nación chichimeca.

Mientras mis padres y yo recorríamos los pasillos y salones del palacio, para obedecer el mandato de nuestro monarca Nezahualcoyotzin, yo no hallaba cómo confesarles a ellos mi falta. El gusanillo de la culpa me carcomía, pues mi delito de seguro sería motivo suficiente para que el rey nos condenara a muerte... yo la merecía, pero mis padres, ¿qué culpa tenían del agravio que tan imprudentemente había cometido yo esa mañana?

Todo comenzó cuando yo reposaba de las fatigas de esa mañana comiendo mi rica tortilla de maíz, y se presentó en mi jacal un súbdito del soberano con orden de llevarnos a mis padres y a mí a palacio. Los tres nos afligimos mucho y hasta temblábamos del miedo al no saber cuál iba a ser nuestra suerte. Rumbo al palacio, mis padres me reprendían murmurando, y me preguntaban muy angustiados, ¿traspasaste los límites del bosque? Yo, que no, que no, que todo transcurrió como todos los días. Sin embargo, me mortificaba recordar que esa mañana yo había llamado “hombrecillo miserable y despreciable” a Nezahualcoyotzin y me preguntaba si el cazador me había delatado ante las autoridades; empero, no me atrevía a contárselo a mis padres, quienes me habían enseñado a respetar y amar a nuestro rey después de nuestros dioses, porque él era muy sabio y muy justo. Además, desde niño ellos me contaron una y mil veces cómo, a muy temprana edad, nuestro monarca presenció el asesinato de su padre Ixtlilxóchitl por orden del cruel y sanguinario tirano Tezozómoc. Años después, siendo el príncipe heredero por derecho de sucesión, vivió huyendo y escondiéndose de sus enemigos, hasta que con la ayuda de los tlaxcaltecas, chalcas y huexotzincas, recuperó el reino de los acolhúas. Fue así cómo durante el trayecto de mi jacal al palacio me martirizó la culpa, tanto que no me atrevía a confesarla. Mientras seguíamos al guía que nos llevaba en presencia del monarca, rememoré una y mil veces lo que pasó aquella infausta mañana:

_ Hijo, mi plumita de quetzal, mi preciosa esmeralda que llevo incrustada aquí, muy hondo en mi pecho, recuerda los principios que te hemos inculcado _ así me despidió mi madre aquella mañana como solía hacerlo cada vez que yo salía rumbo al bosque a recoger leña _ . Nunca, por ninguna razón, desobedezcas los mandatos de nuestro monarca Nezahualcoyotzin. Y ahora que vas una vez más a traernos con qué encender el fuego, te lo vuelvo a repetir: no traspases los límites del bosque señalados por nuestro rey y señor, porque en ello te irá la vida y también la de tus padres.

Salí aquella mañana muy alegre a cumplir con mi deber de cada día. Cerca de los límites impuestos por la ley real, mientras recogía las astillas dejadas por los leñadores, y ramitas y palitos arrancados de los árboles por los vientos, se me acercó un cazador y me preguntó por qué no me adentraba más allá, donde había mucha leña, de modo que pronto yo podría regresar a casa con una buena carga que nos abastecería por varios días. Como de tanto que me la repetían mis padres, me sabía de memoria la sentencia, le respondí respetuosamente que ni pensarlo, pues el rey nos quitaría la vida. El cazador me preguntó entonces ¿quién es el rey? Yo le respondí, es un hombrecillo miserable, despreciable, pues quita a los hombres lo que nuestro dios da a manos llenas, la vida. También me preguntó cómo me llamaba. Huexolotli, me llamo Huexolotli, le contesté, para servir a Dios, a mi rey y a vos también. El hombre siguió porfiando, y que entrara yo más allá de los límites, ya que nadie se daría cuenta ni se lo dirían a ese “hombrecillo miserable y despreciable”, como llamáis al rey. Sus palabras me hicieron enfadarme mucho y llamarlo traidor y enemigo de nuestro soberano y también de mis padres, pues me aconsejáis algo que podría costarles a ellos la vida. Al escuchar esto último, sin insistir ya más, el cazador se despidió y se marchó con una inexplicable sonrisa. "Hasta pronto", me dijo, y yo me quedé pensando por qué se despedía así, pues lo más posible sería que no nos veríamos nunca más.
Muy angustiados seguimos al mensajero del monarca, quien nos conducía a sus aposentos. Mientras recorríamos los pasillos del palacio, aquello no nos parecía un edificio, sino una enorme ciudad posible sólo en los fantásticos sueños de la noche. Nunca antes habíamos visto tanta riqueza, hermosura y fastuosidad. Por doquier se derrochaba oro, plata, estatuas, pinturas maravillosas en las paredes, entoldados de telas finísimas y paramentos de piel de jaguar, de puma, y otros con bordaduras primorosas de plumas, oro y esmeraldas. Mi padre preguntó al guía cuántas recámaras había en aquel edificio, y “trescientos cuartos abarca este palacio”, fue su respuesta, “pero aquí van incluidos apartamentos públicos para el concilio, la armería, los aposentos asignados a los mandatarios de México y de Tlacopán, cuando vienen de visita, las alcobas particulares del rey, las de su esposa y las que ocupan sus concubinas”.

Aumentó nuestra sorpresa la inimaginable belleza de los jardines que bordeaban esos edificios, en los que las aguas de las múltiples fuentes, estanques y acequias, regalaban al visitante un suave y melodioso susurro que se orquestaba con el trino de pájaros de mil especies. Para despertar más nuestra admiración, el guía nos mostró la llamada pajarera, donde Nezahualcoyotzin guardaba todas las variedades de aves y animales procedentes de los cuatro extremos de estas tierras, incluyendo mares, ríos y lagos. Lo curioso es que aquellos que no estaban ahí vivos, eran reproducidos en oro y piedras preciosas. Además, algunos laberintos muy enmarañados se abrían entre la multitud de pinos, a la vera de las aguas donde el soberano solía bañarse.

Al ver nuestro asombro ante tanta maravilla, el guía nos contó que durante la fastuosa inauguración de esos edificios, el rey recitó un poema compuesto por él, “poema que canta la primavera, en el cual dice: ‘danza y festeja a Dios que es poderoso; / gocemos hoy tal gloria, / porque la humana vida es transitoria’. Acaban los versos prediciendo tiempos de destrucción, aflicción, miseria y persecuciones de nuestros hijos y nietos, ‘pues no hay bien seguro: / que siempre trae mudanza lo futuro’ ”, declamó lleno de orgullo el servidor acolhúa.

_ Sabio, muy sabio es nuestro monarca Nezahualcoyotzin _ comentó mi padre, quien había estado confirmando la verdad contenida en el poema, con movimientos de la cabeza.

_ Sabio filósofo, astrólogo, legislador, poeta y profeta. Sabed que en ese poema nos anuncia que cuando él muera, quedaremos los acolhúas al servicio de extraños, “porque en esto vienen a parar los mandos, imperios y señoríos que son de poca estabilidad”, dijo, y para infundirnos más temores, agregó que entonces los hombres y las mujeres se entregarán a practicar la malicia, deleites nefastos, sensualidad, estafas, robos y borracheras. Bajo el poderío de esos invasores, dice también algo que nadie ha podido entender y es que “llegará el árbol de la luz, de la salud y del sustento para librar a nuestros hijos de esos vicios y calamidades”.

_ De veras _ intervino mi padre _ ¿qué ha querido decir con ese “árbol de la luz”? ¿Se lo han preguntado y qué responde? _ "Nada", fue la respuesta de nuestro acompañante, “no dice nada más, y que él sabe lo que dice y que el futuro lo revelará”.

Mientras recorríamos todas esas maravillas, mis padres comentaban que pese a la mano dura de Nezahualcoyotzin para aplicar la justicia, contaban los súbditos que un día, desde el mirador de palacio, ubicado sobre las puertas de la plaza, el rey escuchó a un leñador que descansaba de la faena del día, decirle a su esposa:

_ El dueño de toda esta riqueza estará harto y repleto, gozando de todos estos excesos, mientras nosotros, los maceguales, estamos aquí agotados y muertos de hambre.

La mujer, temerosa de que alguien lo escuchara y que por enjuiciar al rey, los castigaran, le hizo señal de callarse. En seguida, Nezahualcoyotzin mandó traer a su presencia al leñador con su mujer en la sala de consejo, y ¿qué dijisteis allá abajo, cuando descansabais vosotro dos? Decidme la verdad y sólo la verdad, reclamó el rey. El leñador, temblando de miedo no tuvo otra salida que confesar todo lo que dijo.

_ Más vale que no volváis a murmurar contra vuestro rey y señor natural porque las paredes oyen _ fue el comentario de Nezahualcoyotzin _ . Antes de hablar contra él, considerad cuánto pesan sobre él los negocios y asuntos que carga, el cuidado de amparar, defender y mantener en justicia un reino tan grande como el reino acolhúa.

Tan pronto lo dijo, llamó a un mayordomo para que le obsequiara a la pareja cierta cantidad de fardos de mantas, cacao y otras vituallas. Al entregárselas, les dijo que aquello les bastaría para vivir cómoda y felizmente, mientras él, su monarca y señor natural, cargado de tantas complicadas gestiones y empresas, pese a que a sus súbditos les parecía harto y repleto, no tenía nada, porque todo aquel esplendor y riqueza no le pertenecía a él. Al despedirlos, agregó: “sabed que esto que veis no me pertenece; el dueño es el Estado y no otro... Y recordad que todo en esta vida es prestado y que en un instante hemos de dejarlo, como lo hicieron los otros señores que os gobernaron, como lo dejé dicho en “Xompancuícatl”, mi canto de primavera”.

_ ¿Ves, hijo mío, cuánto pesa en los grandes la gloria del poder? _ Me dijo mi padre cuando el guía hubo terminado el relato.

_ Eso no es todo _ intervino de nuevo el guía _ . Hay multitud de historias que denotan la grandeza y sabiduría de nuestro rey. Una de ellas trata del cazador que un día no lograba cazar nada para su sustento. Un mancebo vecino suyo, al verlo tan afligido, en son de broma le dijo que flechara su miembro viril y quizás entonces acertaría mejor; el cazador estaba tan afligido que decidió probar la puntería en la parte impúdica del otro, y lo hizo con tal acierto, que el bromista cayó dando gritos de dolor, por lo que al cazador lo llevaron preso a palacio con el herido. Al ser informado de lo sucedido, Nezahualcoyotzin mandó que el cazador curase al herido, y si sanaba, que quedase de esclavo de la víctima, o que pagase su rescate; el cazador escogió esto último y salió libre.

Mi padre, quien tiene un amor incondicional por nuestro soberano, aportó datos de lo misericordioso que Nezahualcoyotzin es; tanto, que desde su mirador todos los días observa a los pobres en el mercado; cuando éstos no pueden vender su mercancía, el rey se niega a sentarse a la mesa a comer, hasta que sus mayordomos vayan a comprarles todos sus artículos a precio doble de su valor, y los den a otros también necesitados.

_ Hay que añadir a eso que se pasa dando de comer y vestir a los lisiados de guerra, viudas, huérfanos y a cuanto necesitado hay en este reino _ continuó contando nuestro guía _ . En esto se gasta la mayor parte de los tributos que el senado le otorga.

Impresionado con tales relatos, yo expresé a mis padres mi deseo ardiente de ponerme al servicio de mi monarca.

_ Hijo mío _ me explicó mi padre _ pronto llegará el momento en el que os integrarán en las filas de sus ejércitos, destino ineludible de todo acolhúa, para defender el reino o expandirlo. Así, para que seas un buen guerrero, te conviene practicar mucho la puntería con arco y flecha, como los manejamos los hombres maduros que ya hemos servido en el ejército.

_ Pero yo no deseo ser guerrero, padre, porque no quiero matar _ repliqué de inmediato _ . Mi interés consiste en crear, crear y sólo crear... crear edificios, crear poemas, crear imágenes de bulto... Los guerreros son el revés de la creación porque su único fin es matar... _ Mi padre me hizo callar con un pellizco en el brazo.

En ese momento llegamos a la sala de consejo, donde nos esperaba Nezahualcoyotzin, quien, después del saludo obligado, para mi sorpresa, dirigiéndose a mí, me reprochó sonriendo:

_ ¿Así es que yo soy un hombrecillo miserable? _ Yo palidecí y comencé a temblar, pues sus palabras hacían realidad mis temores de que el cazador se lo hubiese dicho. Después de una pausa durante la cual mis padres me dirigían miradas inquisitivas y durante la cual mi corazón se me salía del pecho, por lo que se me hizo interminable, mi rey aclaró:

_ Has de saber, Huexolotli, que yo era el cazador que te habló esta mañana _ . Yo, tartamudeando, "¿que vos erais aquel cazador, al que yo os dije cosas muy feas de vos?" Sonriendo, él hizo un gesto elegante como diciendo que eso no importaba y siguió con su plática, mientras mis padres estaban boquiabiertos.

_ Cuando salgo a cazar me disfrazo para que nadie me conozca y pueda gozar a solas conmigo mismo del paisaje que es parte de este inmenso y maravilloso proceso de la Creación. Ahí, en ese verdor, medito y pido a mi dios invisible y todopoderoso que me ilumine para reinar con justicia y amor; también le ruego por la victoria de nuestros valientes guerreros cuando estamos en guerra. Ahí, en ese fecundo verdor, también concibo mis poemas, los cuales han sido tan aplaudidos por mi gente...

Inadvertidamente me puse a recitar en voz alta unos de sus versos, los cuales el sumo sacerdote nos declamó una vez. Me impresionaron tanto, que los guardé intactos en mi corazón: “Yo tocaré cantando / el músico instrumento sonoroso. / Tú de flores gozando, / danza, y festeja a Dios que es poderoso; / oh, gocemos de esta gloria / porque la humana vida es transitoria...” Sin dejar de sonreír, "¡ah, conque recitáis mi poema!", Nezahualcoyotzin exclamó. "Veo que os gusta la poesía y sabéis entonarla". "Sí, me gusta mucho, y la música también, y pintar", le contesté, mientras mis padres no hacían más que hacerme señas de callar.

_ Bueno, sigamos con lo comenzado: yo me disfracé de cazador, te encontré en el bosque, platicamos, y mi pequeño Huexolotli, ¿sabéis que sois para mí todo un poema humano? Auguro que crecerás para ser alguien en mi reino, pues hoy me habéis dado una lección de sencillez, fidelidad y obediencia. La forma como defendisteis mis leyes y mi autoridad, ameritan que os premie ampliamente _ . Para nuestra sorpresa, y creyendo que lo que él decía, era más bien un vituperio, mientras mis padres por lo bajo me reprendían, y cuando esperábamos escuchar la fatal sentencia de boca del monarca, éste dio órdenes a su mayordomo para que nos obsequiara unos fardos de mantas, mucho maíz, cacao y otros regalos. Sin perder tiempo, siguió con su perorata:

_ La lección que me disteis, pequeño, me ha llevado a dar órdenes para que quiten los límites hasta ahora establecidos en los bosques y que todos puedan entrar en los montes a recoger maderas y leñas, con la única condición de que si alguien corta un árbol que esté en pie, se le dé pena de muerte. Además, a partir de hoy, os doy permiso para que vengáis a mis palacios a amistar con mis hijos y aprender bajo la tutela de los sabios tlamatinime.

A ellos, a esos mis maestros-tlamatinime, hoy debo mi saber artístico que ha hecho de mí un tlahcuilo-pintor-escriba. Con tinta negra y roja yo trasmito a la posteridad, en múltiples páginas, signos y símbolos, con la sucesión de los heroicos hechos de los acolhúas; también tengo el privilegio de dejar estampados en papel-maguey los bellos poemas de mi sabio rey Nezahualcoyotzin.


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"Los bosques de Nezahualcoyotzin" es un relato que pertenece al libro de la autora. Es inédito y se titula Señales y presagios del pasado azteca – relatos históricos, el cual será publicado durante el 2011 por la Editorial Costa Rica.

Declaraciones del Presidente Barack Obama en el Centro Cultural Palacio la Moneda, Santiago de Chile


Lunes, 21 de marzo, 2011


Buenos días. Es un gran honor estar en Santiago de Chile. Y me complace mucho que me acompañen mi esposa, Michelle, y nuestras hijas. Al pueblo de Santiago, al pueblo de Chile, gracias por su fabulosa bienvenida. En nombre del pueblo de Estados Unidos, gracias por su amistad y los estrechos vínculos entre nuestros pueblos.


Durante toda la historia, este país ha sido denominado “el fin de la Tierra”. Pero he venido hoy aquí porque en el siglo XXI, este país es una parte vital de nuestro mundo interconectado. En una era en que los pueblos están entrelazados como nunca antes, Chile es prueba de que no es necesario que nos divida raza, religión o tribu. Han acogido a generaciones de inmigrantes de todos los rincones del planeta, a la vez que celebran y los llena de orgullo su patrimonio indígena.

En un momento en que los pobladores del mundo buscan su libertad, Chile muestra que sí es posible hacer la transición de la dictadura a la democracia, y hacerlo pacíficamente. De hecho, este maravilloso lugar donde hoy nos encontramos, a pocos pasos de donde Chile perdió su democracia hace varias décadas, es testimonio del progreso de Chile y su espíritu democrático.


A pesar de las barreras de distancia y geografía, ustedes han integrado a Chile a la economía mundial al comerciar con países de todo el mundo; y, en esta era del Internet, al convertirse en el país más conectado digitalmente en América Latina.

Y en un mundo de dolor a veces desgarrador, como estamos viendo actualmente en Japón, es el carácter de este país lo que nos inspira. “Nuestras estrellas primordiales”, dijo Pablo Neruda, “son la lucha y la esperanza”. Pero agregó, “no hay lucha ni esperanza solitarias”. El pueblo chileno lo ha demostrado una y otra vez, incluida su recuperación de un terrible terremoto hace un año.

El éxito de Chile se debe al pueblo chileno, cuya valentía, sacrificios y perseverancia convirtieron a este país en el líder que es. Y es un honor para nosotros que nos acompañen hoy cuatro líderes que guiaron a esta nación durante años de mucho progreso, los presidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Sebastián Piñera. Gracias a todos por estar hoy aquí.

Entonces, no se me ocurre un lugar más apropiado para hablar sobre la nueva era de alianzas que busca Estados Unidos, no solo con Chile, sino con todo el continente americano. Y estoy agradecido de que nos acompañen líderes y miembros del cuerpo diplomático de toda la región.



En mis primeros 100 días de mandato, en uno de mis primeros viajes al exterior como presidente, fui a Trinidad y Tobago para reunirme con líderes de todo el hemisferio en la Cumbre de las Américas. Allí, prometí tratar de forjar alianzas de igualdad y responsabilidad compartida, en base a intereses mutuos, respeto mutuo y valores comunes. Sé que no soy el primer presidente de Estados Unidos en prometer un nuevo espíritu de cooperación con nuestros vecinos latinoamericanos. Sé que a veces, Estados Unidos ha tomado por descontada a esta región.


Incluso ahora, sé que nuestros titulares a menudo los monopolizan otras regiones del mundo. Pero no olvidemos jamás, nunca, que el futuro se está forjando en países y pueblos de América Latina. Porque América Latina no es el viejo estereotipo de una región en conflicto perpetuo ni atrapada por ciclos interminables de pobreza. De hecho, el mundo debe reconocer que América Latina es la región dinámica y en crecimiento que verdaderamente es.

América Latina está en paz. Las guerras civiles han terminado. Las insurgencias han sido rechazadas. Viejas disputas fronterizas han sido resueltas. En Colombia, grandes sacrificios por ciudadanos y fuerzas de la seguridad han restaurado un nivel de seguridad que no se veía desde hace décadas.

Y así como los viejos conflictos se han desvanecido, también lo han hecho las anacrónicas pugnas ideológicas que a menudo los alimentaban. Los trillados debates –entre la economía de estado y el capitalismo desenfrenado; entre los abusos de los grupos paramilitares de derecha y los insurgentes de izquierda, entre la imagen de un Estados Unidos que causa todos los problemas de la región y uno que hace caso omiso de todos los problemas– tenían opciones falsas y no reflejan la realidad actual.

Hoy en día, América Latina es democrática. Prácticamente todos los pobladores de América Latina han pasado de vivir bajo dictaduras a vivir en democracias. En toda la región, vemos democracias dinámicas, desde México hasta Chile y Costa Rica. Hemos visto transferencias pacíficas de poder, desde El Salvador hasta Uruguay y Paraguay. La labor de perfeccionar nuestras democracias nunca acaba, en realidad, pero este es el progreso democrático que se está dando en todo el continente americano.


Hoy en día, América Latina está creciendo. Tras hacer reformas difíciles pero necesarias, países como Perú y Brasil están teniendo un crecimiento impresionante. Como resultado, América Latina sobrellevó una desaceleración económica mundial mejor que otras regiones. En toda la región, decenas de millones de personas han salido de la extrema pobreza. Desde Guadalajara hasta Santiago y São Paulo, una clase media está exigiendo más de sí misma y más de su gobierno.

América Latina se está uniendo para hacerles frente a desafíos comunes. Chile, Colombia y México comparten su pericia en seguridad con países en Centroamérica. Cuando un golpe de estado en Honduras amenazó el progreso democrático, los países del hemisferio invocaron unánimemente la Carta Democrática Interamericana, lo que ayudó a sentar las bases del retorno al estado de derecho. Los aportes de países latinoamericanos han sido cruciales en Haití, como también lo ha sido la diplomacia latinoamericana con anticipación a las elecciones de ayer en Haití.

Y cada vez más, América Latina está contribuyendo a la prosperidad y seguridad mundial. Como consuetudinario participante de las misiones de paz de las Naciones Unidas, los países latinoamericanos han ayudado a evitar conflictos desde África hasta Asia., En el G-20, países como México, Brasil y Argentina ahora tienen mayor influencia en la toma de decisiones económicas a nivel internacional. Con el liderazgo de México, el mundo alcanzó logros en Cancún en nuestros esfuerzos contra el cambio climático. Países como Chile han desempeñado un papel de liderazgo en el fortalecimiento de la sociedad civil alrededor del mundo.

Esta es la América Latina que veo hoy, una región que avanza, orgullosa de su progreso y lista para asumir un papel más importante en el mundo. Por todas estas razones considero que América Latina es más importante que nunca antes para la prosperidad y seguridad de Estados Unidos. Con ninguna otra región Estados Unidos tiene tantos vínculos. Y en ningún otro aspecto es más claro que en las decenas de millones de estadounidenses hispanos que viven en todo Estados Unidos, y enriquecen nuestra sociedad, contribuyen al crecimiento de nuestra economía y fortalecen nuestra nación todos los días.



América Latina solo se va a volver más importante para Estados Unidos, especialmente para nuestra economía. El comercio entre Estados Unidos y América Latina ha aumentado considerablemente. Compramos más de sus productos y servicios que ningún otro país, e invertimos más en esta región que ningún otro país. Por ejemplo, exportamos a América Latina más de tres veces lo que exportamos a China. Nuestras exportaciones a esta región –que aumentan más rápido que nuestras exportaciones al resto del mundo– pronto respaldarán más de dos millones de empleos en Estados Unidos. En resumen, cuanto más próspera sea América Latina, más próspero será Estados Unidos.



Pero incluso más que intereses, nos unen valores comunes. En la trayectoria del otro vemos reflejos de la nuestra. Los colonos que se libraron de imperios para declarar su independencia. Los pioneros que abrieron nuevas fronteras. Los ciudadanos que han luchado por llevar la promesa de nuestras naciones a todos sus hombres y mujeres, blancos, negros y morenos. Somos gente de fe que debe recordar que todos nosotros –especialmente los más afortunados entre nosotros– debemos hacer aportes, especialmente por los más necesitados. Somos ciudadanos que sabemos que asegurar que nuestras democracias produzcan resultados a favor de sus pobladores debe ser la labor de todos nosotros.

Esta es nuestra historia. Este es nuestro patrimonio. Todos somos americanos. Todos somos americanos.



En todo el continente, los padres quieren que sus hijos puedan correr y jugar, y saber que vendrán a casa a salvo. Los jóvenes quieren una educación. Los padres quieren la dignidad que se deriva del trabajo, y las mujeres quieren las mismas oportunidades que sus esposos. Los empresarios quieren la oportunidad de comenzar un negocio nuevo. Y la gente en todas partes simplemente quiere ser tratada con la dignidad y el respeto al que tiene derecho todo ser humano. Estas son las esperanzas simples pero profundas que abrigan en el corazón millones en todo el continente americano.



Pero seamos francos y también admitamos que estos sueños están fuera del alcance de demasiadas personas; que el progreso del continente americano no es suficientemente rápido. No para los millones que sufren la injusticia de la extrema pobreza. No para los niños en las barriadas y las favelas, que sólo quieren las mismas oportunidades que tienen los demás. No para las comunidades atrapadas en las brutales garras de los carteles y las maras, donde las fuerzas policiales tienen armas inferiores a las de sus contrincantes, y demasiados viven atemorizados.



Y a pesar del progreso democrático de la región, perduran abismales desigualdades. El poder político y económico con demasiada frecuencia está concentrado en las manos de pocos, en lugar de servir a la mayoría. La corrupción es una barrera al crecimiento económico, desarrollo, innovación y espíritu empresarial. Y los líderes se aferran a ideologías rancias para justificar su propio poder y buscan silenciar a sus oponentes porque tienen la audacia de exigir que se respeten sus derechos universales. Esta también es la realidad que debemos enfrentar.



No somos la primera generación que enfrenta esos retos. Hace exactamente 50 años, el Presidente John F. Kennedy propuso una ambiciosa Alianza para el Progreso. Era, incluso para los estándares actuales, una enorme inversión: miles de millones de dólares estadounidenses para satisfacer las necesidades más básicas de los pueblos en toda esta región. Ese programa era adecuado para su tiempo. Pero la realidad de nuestros tiempos –y la nueva capacidad y confianza de nuestros vecinos latinoamericanos– exige algo diferente.



El desafío ante el Presidente Kennedy persiste: “construir un hemisferio en el que todos [los pueblos] puedan tener la esperanza de un estándar de vida apropiado, en el que todos puedan vivir su vida con dignidad y libertad". Pero un siglo más tarde, debemos darle sentido a esta labor a nuestra manera.



Creo que hoy en día, en el continente americano, no hay socios principales ni socios secundarios; hay socios con igualdad de condiciones. Pero las sociedades equitativas, a su vez, exigen un sentido de responsabilidad compartida. Tenemos obligaciones recíprocas, y hoy en día, Estados Unidos trabaja con países en este hemisferio para cumplir con nuestras responsabilidades en varias esferas importantes.

En primer lugar, nos estamos asociando para hacerles frente a lo que la gente en todo el continente dice que le preocupa más: la seguridad de sus familias y comunidades. Las pandillas de criminales y narcotraficantes no solo son una amenaza contra la seguridad de los ciudadanos. Son una amenaza contra el desarrollo porque ahuyentan la inversión que necesita la economía para prosperar. Y son una amenaza directa contra la democracia porque alientan la corrupción que socava a las instituciones desde adentro.



Entonces, con nuestros socios desde Colombia hasta México y los nuevos programas regionales en Centroamérica y el Caribe, estamos haciéndole frente a este desafío, juntos, desde todas las direcciones. Hemos aumentado nuestro respaldo –en equipo, capacitación y tecnología que las fuerzas fronterizas, policiales y de seguridad necesitan– para mantener seguras a las comunidades. Estamos aumentando la coordinación e intercambiando más información para que quienes trafican con drogas y seres humanos tengan menos lugares donde esconderse. Y estamos ejerciendo presión sin precedente en los recursos financieros de los carteles, lo que incluye a Estados Unidos.

Pero nunca eliminaremos el atractivo de los carteles y pandillas a no ser que también les hagamos frente a las fuerzas sociales y económicas que alimentan la criminalidad. Necesitamos llegar a los jóvenes vulnerables antes de que recurran a las drogas y el crimen. Por lo tanto, estamos uniéndonos a socios en todo el continente para intensificar la vigilancia comunitaria, mejorar los sistemas de justicia juvenil e invertir en programas de prevención del crimen y las drogas.



Ahora que los países de Centroamérica formulan una nueva estrategia regional de seguridad, en Estados Unidos estamos listos para poner de nuestra parte por medio de una nueva alianza que le preste atención a lo que lo requiere: la seguridad de nuestros ciudadanos. Y con socios regionales e internacionales, nos aseguraremos de que nuestro respaldo no solamente esté lleno de buenas intenciones, sino que esté bien coordinado y sea gastado debidamente.

Como Presidente, he dejado en claro que en Estados Unidos aceptamos nuestra responsabilidad por la violencia generada por las drogas. La demanda de drogas, incluida aquella en Estados Unidos, impulsa esta crisis. Por eso formulamos una nueva estrategia para el control de drogas que se centra en reducir la demanda de drogas por medio de la educación, prevención y tratamiento. Y debo recalcar que incluso durante un difícil momento fiscal en Estados Unidos, solo en este año hemos propuesto aumentar a aproximadamente $10,000 millones los recursos dedicados a estos esfuerzos.

También estamos haciendo más para reducir el flujo de armas hacia el sur, hacia la región. Estamos inspeccionando toda la carga ferroviaria dirigida al sur. Estamos confiscando muchas más armas camino a México y estamos poniendo entre rejas a contrabandistas de armas. Y toda arma y traficante de arma que saquemos de las calles es una amenaza menos para las familias y comunidades del continente.

Al esforzarnos por garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos, nos estamos asociando en un segundo campo: la promoción de la prosperidad y las oportunidades. Con este viaje, me esfuerzo por aumentar el comercio y la inversión. En toda la región estamos avanzando con acuerdos de “cielos abiertos” para que nuestra gente y negocios tengan más contacto. Estamos avanzando con el Acuerdo Transpacífico –que incluye a Chile y Perú– para competir más con los mercados de más rápido crecimiento en la región del Pacífico Asiático. Y le he dado instrucciones a mi gobierno para que intensifique nuestros esfuerzos a fin de avanzar con los acuerdos comerciales con Panamá y Colombia, conforme a nuestros valores e intereses.

Estamos alentando a la próxima generación de empresas y empresarios. Trabajamos con el Banco Interamericano de Desarrollo para aumentar los préstamos. Hemos aumentado el crédito del Fondo de Crecimiento con Microfinanciación para las Américas (Microfinance Growth Fund for the Americas). Estamos respaldando reformas a sistemas tributarios, que son cruciales para el crecimiento económico y las inversiones públicas. Estamos creando nuevas “Vías a la Prosperidad” (“Pathways to Prosperity”) –capacitación sobre microcréditos y capacidad empresarial– para aquellos que deben beneficiarse del crecimiento económico, incluidos mujeres y miembros de las comunidades afrocaribeñas e indígenas.

Estamos uniéndonos, como hemisferio, para generar empleos de energía limpia e ir en pos de un futuro más seguro y sostenible. Y si alguien duda de la urgencia del cambio climático, basta que miren dentro del continente americano, desde las fuertes tormentas del Caribe hasta el descongelamiento de glaciares en los Andes y la pérdida de bosques y tierras de cultivo en toda la región.

Con la Alianza de las Américas para la Energía y el Clima (Energy and Climate Partnership of the Americas) que propuse, varios países se han ofrecido a brindar su pericia, todos ofreciendo liderazgo y conocimientos: Brasil en biocombustibles, Chile en energía geotérmica, México en eficiencia energética. El Salvador está conectando redes eléctricas en Centroamérica para hacer que el suministro de energía sea más estable. Este es exactamente el tipo de alianza que necesitamos: vecinos que se unen a vecinos para dar rienda suelta al progreso que ninguno de nosotros puede lograr solo.



Es la misma filosofía detrás de dos programas adicionales que estoy anunciando hoy, que ayudarán a nuestros países a educar e innovar para el futuro. Estamos lanzando un programa para aprovechar el poder de los medios sociales y redes en línea a fin de ayudar a que los alumnos, científicos, académicos y empresarios colaboren y desarrollen nuevas ideas y productos que ayudarán al continente americano a seguir siendo competitivo en una economía global. Y me enorgullece anunciar que Estados Unidos está trabajando con socios en la región, entre ellos el sector privado, para aumentar en 100,000 el número de estudiantes de Estados Unidos en América Latina, y en 100,000 el número de estudiantes de América Latina que estudian en Estados Unidos.

Permanecer competitivos también exige que le hagamos frente a la inmigración. Como Presidente, he dejado en claro que la inmigración fortalece a Estados Unidos. Somos una nación de inmigrantes, motivo por el cual me he pronunciado en contra de la oposición a la inmigración. Pero también somos un estado de derecho, motivo por el cual no flaquearé en mi determinación de resolver los problemas de nuestro sistema de inmigración. Me he comprometido con una reforma integral que resguarde nuestras fronteras, vele por el cumplimiento de nuestras leyes y aborde el asunto de los millones de trabajadores indocumentados que viven en Estados Unidos en la clandestinidad.



Sin embargo, esta situación continuará mientras la gente crea que la única manera de mantener a su familia es dejarla y marcharse al norte. Por lo tanto, Estados Unidos continuará asociándose con países que buscan el crecimiento económico más generalizado que les da a los pobladores y las naciones una vía para salir de la pobreza. Y como parte de nuestra nueva estrategia para el desarrollo estamos trabajando con socios como Guatemala y El Salvador, que están decididos a desarrollar su propia capacidad, desde ayudar a agricultores a aumentar su producción hasta ayudar a los sistemas de salud a brindar mejor atención.

Esto me lleva al tema final con respecto al cual debemos continuar colaborando: reforzar la democracia y los derechos humanos. Hace más de 60 años, nuestros países se unieron en la Organización de Estados Americanos y declararon que “la democracia representativa es una condición indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región”. Hace una década, reiteramos este principio, con una Carta Democrática Interamericana que declaraba, “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia, y sus gobiernos, la obligación de promoverla y defenderla”.

En todo el continente, muchas generaciones han luchado y se han sacrificado para darles sentido a esas palabras: hombres y mujeres anónimos que se atrevieron a expresar sus opiniones, activistas que organizaron nuevos movimientos, líderes religiosos que predicaron la justicia social, las madres de los desaparecidos que exigieron la verdad, los presos políticos que llegaron a ser presidentes e, incluso ahora, las Damas de Blanco que marchan en silenciosa dignidad.

Los pueblos americanos han demostrado que no existe sustituto para la democracia. Como gobiernos, tenemos la obligación de defender lo que se ha ganado. Así que al acercarse el 10º aniversario de la Carta Democrática Interamericana este año, reiteremos los principios en los que creemos.

Volvamos a comprometernos a defender la democracia y los derechos humanos en nuestros propios países, al reforzar las instituciones que la democracia necesita para florecer: elecciones libres e imparciales en las que la gente escoge a sus propios líderes; legislaturas dinámicas que aportan supervisión; poderes judiciales independientes que defienden el imperio de la ley; una prensa libre que promueve el libre debate; fuerzas armadas profesionales bajo control civil; sólidas sociedades civiles que hacen que su gobierno les rinda cuentas, y gobiernos transparentes que responden a las necesidades de sus ciudadanos. Eso es lo que constituye una democracia.

Y así como defendemos la democracia y los derechos humanos dentro de nuestras fronteras, volvamos a comprometernos a defenderlos en todo el hemisferio. Todo país seguirá su propio camino, y ninguna nación debe imponer jamás su voluntad en la otra. Pero no hay duda de que podemos concordar en que la democracia exige que la mayoría decida; que simplemente tener el poder no le da a un líder el derecho de privar a otros de sus derechos, y que los líderes deben retener el poder por medio del consentimiento, no la coerción.

Nunca flaqueemos en nuestro respaldo del derecho de los pueblos de determinar su propio futuro, y eso incluye al pueblo cubano. Desde que asumí el mando, he anunciado los cambios más significativos en varias décadas a la política de mi país hacia Cuba. Hemos posibilitado que los cubanoamericanos visiten y apoyen a sus familias en Cuba. Estamos permitiendo que los estadounidenses envíen remesas para darle cierta esperanza económica a gente en toda Cuba, como también más independencia de las autoridades cubanas.



En el futuro, continuaremos buscando maneras de aumentar la independencia del pueblo cubano, que tiene derecho a la misma libertad que todos los demás en este hemisferio. A la vez, las autoridades cubanas deben tomar considerables medidas para respetar los derechos básicos del pueblo cubano, no porque Estados Unidos insiste en ello, sino porque el pueblo cubano lo merece.

Finalmente, las lecciones de América Latina pueden servir de guía para los pobladores del mundo que inician sus propias travesías hacia la democracia. No hay un solo modelo para la transición a la democracia. Pero como sabe esta región, las transiciones exitosas tienen ciertos ingredientes. La fuerza moral de la no violencia. Un diálogo franco que incluye a todos. La protección de derechos básicos, como la libertad de expresión y de congregación pacífica. Rendimiento de cuentas por agravios pasados. Y realizar reformas políticas a la par de reformas económicas, porque la democracia debe satisfacer las necesidades básicas y aspiraciones de los pueblos.

Ya que tiene décadas de experiencia, América Latina tiene mucho que compartir: cómo desarrollar partidos políticos y organizar elecciones libres; cómo asegurar la transferencia pacífica del poder y recorrer los serpenteantes caminos de la reforma y reconciliación, y cuando ocurren reveses inevitables, pueden recordarle a la gente que nunca pierda de vista las estrellas de lucha y esperanza que mencionó Pablo Neruda.

Seguridad para nuestros ciudadanos. Comercio y desarrollo que genera empleos, prosperidad y un futuro de energía limpia. Defensa de la democracia y los derechos humanos. Estas son las alianzas que podemos forjar juntos aquí en el continente americano y alrededor del mundo. Y si alguien duda que esta región tenga la capacidad de acometer estos desafíos, no tienen sino que recordar lo que sucedió aquí, en Chile, hace unos meses.


Su determinación y fe inspiraron al mundo: “Los treinta y tres”. No relataré toda su saga. Ustedes conocen bien la historia. Pero lo que también vale la pena recordar es que todo este país se unió. Todo el gobierno, civil y militar, nacional y local. Todo el sector privado, con las grandes empresas y los dueños de pequeños negocios que donaron provisiones. Y todos los segmentos de la sociedad chilena apoyaron a esos hombres allá abajo y a sus familias en el Campamento Esperanza. Fue un rescate milagroso y fue un tributo al liderazgo chileno. Y cuando finalmente, Luis Urzúa emergió, habló por toda una nación cuando dijo, “Me siento muy orgulloso de ser chileno”.

Sin embargo, algo más sucedió durante esos dos meses. Los pueblos y gobiernos de América Latina se unieron para respaldar a un vecino necesitado. Y con un país latinoamericano a la delantera, el mundo se enorgulleció de desempeñar un papel secundario, al enviar a trabajadores desde Estados Unidos y Canadá, equipo de rescate desde Europa, equipo de comunicación desde Asia. Y el proceso de subir a los mineros y ponerlos a salvo para aquellos jubilosos reencuentros fue un momento realmente internacional, visto y celebrado por más de mil millones de personas.

Si alguna vez necesitamos un recordatorio de la humanidad y esperanzas que compartimos, fue ese momento en el desierto. Cuando un país como Chile se lo propone, no hay nada fuera de su alcance. Cuando los países de América Latina se unen y se concentran en un objetivo común, cuando Estados Unidos y otros en el mundo hacen su parte, no hay nada que no puedan lograr juntos.

Esta es nuestra visión del continente americano. Este es el progreso que podemos lograr juntos. Y este es el espíritu de colaboración e igualdad al cual los Estados Unidos de Norteamérica se han comprometido. Muchas gracias.

martes, 8 de marzo de 2011

Centenario de Cantinflas

Por Jaime Perales Contreras


¡Ahi esta el detalle señor juez!,
que no es ni lo uno, ni lo otro,
sino todo lo contrario.

Cantinflas. Ahí está el detalle (1940).




En este 2011 se celebran los cien años del nacimiento de Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, mejor conocido como Cantinflas. El cómico perteneció a una generación brillante de humoristas de la época de oro del cine mexicano (1935-1959). Entre ellos se encuentra Germán Valdez Tin-Tan --y su carnal Marcelo Chávez--, Adalberto Martínez Resortes, Antonio Espino Clavillazo, el dueto de Manolín y Shilinsky y, por supuesto, la genial actriz cómica Fanny Kaufmann Vitola. Sin embargo, Cantinflas sobresalió de todos ellos con su innovadora forma de expresión verbal y su particular manera de vestir.

Desde muy joven, Cantinflas empezó su carrera en las tradicionales carpas y teatros de revista en México. De acuerdo al escritor Carlos Monsiváis, el origen del nombre, se da precisamente, en la carpa Ofelia, en donde, el célebre comediante, en una de las funciones, olvida su monólogo y, frente a un público atento, y, no necesariamente muy amigable, empezó a improvisar su brillante emancipación de palabras que lo hizo famoso. El público, muerto de risa, empezó a gritarle: ¡Cuanto inflas! (¡que es lo que tomas!), otras versiones dicen, que le gritaron: En la ¡cantina inflas! (¡en la cantina bebes!). Simplemente, el cómico unió las palabras y así nació este particular manipulador del caos llamado Cantinflas.

Cantinflas, en la época de los treinta, en el cine, empezó a hacer pareja cómica con el autor ruso-mexicano, Estanislao Shilinsky, en una serie de sketches. Los productores, al ver el potencial del actor, al poco tiempo, empezaron a filmar una serie de largometrajes con Cantinflas como personaje principal. El primero se llamó No te engañes corazón (1936). Sin embargo, la película recibió poca atención. No fue sino con la película Ahí está el detalle (1940), la que lo lanzó al estrellato. En esa época, conoció al productor de cine y coleccionista de arte Jacques Gelman, quien produjo todas sus películas En esos años fue cuando también el cómico empezó a generar su millonaria fortuna al firmar un contrato con la Columbia Pictures, que fue la productora norteamericana que se encargó de distribuir sus películas en Estados Unidos. Cantinflas, después de un éxito abrumador en cine, regresó por un tiempo al escenario al protagonizar una obra titulada Yo, Colón, (1953). En la obra, el cómico representa a la estatua de Cristóbal Colón, que se encuentra en el Paseo de la Reforma en México, quien cobra vida y se enfrenta a las particularidades del México moderno. Diego Rivera pintó un mural en 1953, en la fachada del teatro mexicano de Los insurgentes, cuando se estrenó la obra en dicho teatro. El mural se llamó La historia del teatro y en éste destaca la figura de Cantinflas en el centro.
Tres años después, Cantinflas se dio a conocer en lengua inglesa, cuando actuó como co-estelar para la película La vuelta al mundo en ochenta días (1956), basada en la novela del francés Julio Verne. La película fue un éxito de taquilla y Cantinflas recibió un Globo de oro y fue, además, invitado a formar parte del Paseo de la fama en Los Ángeles. Más tarde, hizo su segundo filme en inglés llamado Pepe (1960) en donde aparecieron varias luminarias de Hollywood quienes compartieron la pantalla con el actor mexicano como Frank Sinatra, Judy Garland, Bing Crosby y Dean Martin, entre muchos otros. La película, desafortunadamente, fue un fracaso. Su particular humorismo no fue entendido por la audiencia norteamericana y la película fue duramente criticada. Sin embargo, en México, su éxito continuó y actuó casi ininterrumpidamente de 1957, con El bolero de Raquel, hasta 1981, con El barrendero que fue su última película.

Asimismo, durante la década de los setenta, se realizó un programa de dibujos animados titulado El show de Cantinflas, en el que cómico mismo doblaba la voz de su alter-ego en caricaturas.

Cantinflas supo, asimismo, fomentar el interés de los artistas e intelectuales. Ya se comentó que Diego Rivera le dedicó uno sus murales. Tuvo, además, una incidental amistad con el poeta y cronista mexicano Salvador Novo, quien escribió el guión de la película, El signo de la muerte (1939), protagonizada por el propio Cantinflas. Algo poco conocido es que el escritor Octavio Paz en su juventud tuvo dudas vocacionales si ingresar al servicio diplomático o dedicarse al cine como guionista. Ese súbito interés por el cine, como manera de ganarse la vida, lo tuvo, precisamente, al ver una película de Cantinflas, como se lo confesó a su primera esposa, la novelista Elena Garro.
Los norteamericanos han comparado a Cantinflas con Groucho Marx, los franceses con Fernandel y los latinoamericanos lo han llamado el Chaplin mexicano.

Al celebrarse sus cien años, los herederos de Cantinflas han anunciado que, entre otras actividades, lanzarán al mercado un tequila conmemorativo, mercancía con su efigie, un videojuego y la realización de un programa de dibujos animados.

Mario Moreno Cantinflas nació el 12 de agosto de 1911 y murió el 20 de abril de 1993 de un cáncer de pulmón. La Real Academia Española adoptó el término cantinflear en su diccionario en 1992.

¡Celebremos a Cantinflas brindando con una taza de café!, y respondamos como él lo hizo en uno de sus filmes: ¿Cómo quiere su café con coñac o sin coñac?, le pregunta la actriz, y Cantinflas, seguro de él mismo, le contesta: Sin café, por favor, señorita.