Por Eduardo Estala Rojas
"En una ocasión, Jaime Sabines me confesó que él no enamoraba a las muchachas con sus poemas, sino con los de Pablo Neruda. Esa frase me sigue pareciendo fantástica, pues habla de la humildad de un gran poeta, de la falta de objetividad que se puede tener respecto a la propia obra y de una utilidad bastante lúdica de la literatura".Raquel Huerta-Nava
De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española
(1) la palabra lectura significa: acción de leer; obra o cosa leída; interpretación del sentido de un texto; variante de una o más palabras de un texto; disertación, exposición o discurso sobre un tema sorteado en oposiciones o previamente determinado; cultura o conocimientos de una persona.
Durante un par de días, me di a la tarea de preguntar a escritores, poetas, traductores, novelistas, académicos y periodistas:
¿Qué libros esenciales debe leer un estudiante para crearse una base literaria, que le permita decidir y disfrutar la lectura?
Éstas fueron algunas voces que respondieron a tal pregunta.
José Joaquín Blanco (Ciudad de México, 1951). Poeta, narrador, ensayista y traductor
"En principio, los libros clásicos que se recomiendan en preparatoria. Más clásicos que modernos. Pero no hay libros esenciales en el sentido de unos cuántos: la lectura debe ser abundante desde la adolescencia, de otra manera se vuelve ideológica, reductiva, defectuosa, supersticiosa; y no desarrolla en el joven las capacidades de lenguaje y pensamiento. Leer muy poco es siempre leer mal, así sea la Biblia (...) En todo caso, los clásicos (siglos de oro español, costumbristas mexicanos del siglo XIX, modernistas latinoamericanos, etc.), con privilegio de los originalmente escritos en castellano, y dejar los modernos y extranjeros, los traducidos y "de actualidad", al gusto de los muchachos".
Alberto Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951). Editor y escritor.
"En la lectura, como en el amor, no hay recomendación certera: cada quien tiene que experimentar mucho, hojear mucho, andar mucho entre las palabras para encontrar las suyas, las que le cambien la vida, el sentido de la vida. El que no ha encontrado los libros que le apasionen y le sean significativos es como el que nunca se ha enamorado. Leer es una dimensión de la vida que es profunda y muy personal. Por eso, aunque puede haber libros, compartidos por muchos como importantes, no existe un corpus de libros imprescindible para todos, o un canon. Hay que lanzarse a ver cuáles son los libros buenos para tu cuerpo. Por eso es importante que haya librerías donde se pueda perder el tiempo hojeando para ganarlo profundamente después con encuentros imprescindibles a los que se llega por la propia experiencia que nunca es intercambiable".
Pedro Ángel Palou (Ciudad de Puebla, 1966). Escritor y académico.
"Los clásicos griegos y latinos. Los clásicos de su país. En México (Sor Juana Inés de la Cruz, Manuel Payno, Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Carlos Fuentes) y mucha, muchísima poesía de todas las épocas y lenguas. La poesía es la madre de todas las literaturas. Quien no aprecia la poesía no puede apreciar ningún libro".
Raquel Huerta-Nava (Ciudad de México, 1963). Poeta, historiadora y novelista.
"Los libros esenciales de una persona que comienza a familiarizarse con la lectura provienen de los clásicos antiguos y modernos. Generalmente son los (autores) favoritos de alguien de la familia los que se van recomendando de boca en boca, como pueden ser (Gabriel) García Márquez, Miguel de Cervantes Saavedra, Isabel Allende o Jaime Sabines.
En todo hogar existen estos libros, en ejemplares viejos, desgastados y subrayados pero entrañables para sus dueños. La vida de un libro al lado de su lector le otorga una mayor apropiación a la experiencia, el sitio donde fue adquirido, la fecha, la persona que lo obsequió, las circunstancias vitales durante su primera lectura que reviven en nosotros al releerlo. Son experiencias vitales, íntimas. Entre el lector y el libro se establece cierta complicidad extraña fundada en la imaginación emanada de la escritura. Por eso se sufre cuando un buen libro se convierte en película y, si el guión es fiel al libro, siempre se agradece como sucede, en mi opinión con El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez.
Cada lector tendrá su canon, es decir, sus libros preferidos y autores que respondieron a circunstancias y búsquedas; páginas que brindaron enseñanzas y consejos o que nos permitieron asomarnos a realidades ajenas de la inabarcable experiencia humana. Al conformar un canon personal se pueden ver coincidencias generales con un canon mayor, llegando a los grandes cánones de occidente que nos rigen. Toda buena literatura, si lo es, resiste al paso del tiempo y de las modas. Muchos grandes autores fueron menospreciados por sus contemporáneos, muchos otros siempre gozaron de fama y fortuna, en este aspecto tampoco hay reglas. Ese es también el misterio de la escritura y la magia del alcance de la palabra".
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El cambio comienza desde nuestra propia casa al rescatar las tradiciones orales de nuestros ancestros, al visitar bibliotecas públicas, librerías, ferias de libro, festivales de poesía. Un buen lector no nace, se hace.
Bibliografía:
(1) Diccionario de la Lengua Española (2001) 22.ª Ed., Espasa-Calpe, España, 2001, p. 1359, Tomo II. Madrid: Real Academia Española.
No hace falta obviar que la elección de una lectura depende de la personalidad de cada lector, tampoco debería ser necesario explicar que existen buenos lectores y lectores mediocres (incluso si leen mucho), que el acto de lectura también involucra la interpretación y la reflexión; y por tanto mucha gente necesita una guía que le ayude a aprender a pensar e imaginar, porque cometemos un error al considerarlas actividades innatas del hombre y no como actividades que evolucionan en nosotros.
ResponderEliminarPor eso me parece que cada uno de los entrevistados comete un error al pensar en cómo eligen ellos sus lecturas y no con qué intención y por qué motivos debería leer tal o cual libro un muchacho que apenas comienza a formarse. Por supuesto no es una tarea fácil, pues suelen caerse en lugares comunes o en generalidades. Obviamos por ejemplo que leer también requiere un esfuerzo constante y que a veces provoca sufrimiento y frustración, y lo hacemos porque nos parece que si alguien no lee seríamos incapaces de incitarlo a la lectura presentándole un paisaje yermo y pantanoso.
Resumiendo: elegir libros para que alguien lea es una tarea laboriosa y compleja, y no puede reducirse a una lista de títulos, tiene una relación más estrecha con el carácter, temperamento, gustos y edad del lector; así que desde su fundamento la pregunta se vuelve inoperante, habría que replantearla e individualizarla: ¿qué libro puede abrirle el mundo a ESTE lector?
Adrián Soto