Por Jaime Perales Contreras
Medianoche en París, la última película de Woody Allen, podría considerarse como una lectura cinematográfica de París era una fiesta de Ernest Hemingway, la célebre crónica póstuma del escritor norteamericano sobre su vida parisina en la década de los veinte.
En París era una fiesta, Hemingway establece esa gran amistad del círculo intelectual de escritores y artistas de esa época, sobre el que gravitaban tres grandes personalidades: James Joyce, Getrude Stein y Silvia Beach: el artista, el crítico y el editor, fueron las tres emulaciones estéticas e intelectuales del círculo de jóvenes de aquella época.
Woody Allen, en su filme, capta mucho de esa vida parisina que Hemingway describió con gran maestría en su breve crónica, en la que todo el mundo era pobre, pero feliz, según narra Hemingway en su libro
El filme cuenta, la historia de Gil (Owen Wilson), un guionista de cine que viaja a París con su prometida Inez (Rachel Mc Adams) para inspirarse en la ciudad luz y escribir su primera novela. En un momento en el que ambos se separan momentáneamente, Gil, caminando a la medianoche, y aburrido de la vida moderna, se pierde en un callejón parisino, y, en la búsqueda por encontrar su hotel, un coche antiguo se detiene y lo invita a subirse. El automóvil estaba conducido por el novelista Francis Scott Fitzgerald y su esposa Zelda , quienes lo invitan a subirse para asistir a una fiesta. El carro sirve como una especie de máquina del tiempo ---o “la fiesta movible” del título original en inglés del libro de Hemingway-- hace que Gil regrese a los añorados veinte de París y conozca en persona a todos los grandes artistas y escritores que tanto admiraba: Gertrude Stein, Pablo Picasso, Djuna Barnes, Henry Mattisse, T.S Eliot y el propio Ernest Hemingway, entre muchos otros.
El filme muestra ese mundo poroso que existe entre la vida y la literatura. El tema, asimismo, recuerda a uno de los cuentos que Allen publicó en The New Yorker, The Kugelmass Episode. En la narración, como se recuerda, el profesor Kugelmass, aficionado a la novela Madame Bovary, aburrido con su matrimonio, decide conocer al personaje y, con ayuda de Persky, un mago de segunda, Kugelmass salta a la novela con ayuda de un gabinete mágico. Medianoche en París, parece una variación del cuento de Allen, por demás célebre, ya que ganó el premio O’Henry en 1978, por la mejor narración corta del año. Woody Allen de alguna manera, sugiere en la película, como en el cuento, que la literatura nos hace escapar de la realidad y, a su vez, paradójicamente, nos hace conocerla mejor.
En la película, como es la costumbre en los filmes de Allen, realiza varios gags elaborados y eruditos en que el espectador tiene que estar listo para reírse y explicarle al compañero de butaca la razón de por qué lo hizo. El ejemplo de cuando Gil le comenta a Buñuel, que debería de realizar una película sobre una fiesta en el que nadie pudiera salir de las habitaciones, sin motivo o razón alguna. Voilá, es el argumento de El Angel exterminador.Y, a Buñuel, en el filme, le parece la idea absurda. ¡Ríase, por favor!
Otro gag intelectual. Gil, es invitado por Salvador Dalí a cenar, y, de pronto, aparece, Luis Buñuel, con Man Ray, Buñuel se encuentra vestido exactamente de la misma manera que el cuadro que le hizo Dalí en su época de juventud. El cuadro y el pintor se encuentran, en cierta manera, cenando. ¡Riáse de nuevo, por favor! O, mejor dicho, para estar en ambiente, ¡ríase s’il vous plait!
Asimismo, al igual que si estuviésemos presenciando un sketch de Saturday Night Live, el maquillaje de los actores es bueno, aunque se alcanza a identificar al histrión que representa a cada uno de los personajes. --Una regla de oro del programa cómico televisivo--. De tal manera que notamos que Kathy Bathes está personificando a Gertrude Stein y Adrien Brody a Salvador Dalí.
También es interesante es que Owen Wilson, en cierta manera, modula la voz y realiza los mismos ademanes que cuando Woody Allen actuaba en las películas. La experiencia extraña, por demás, es como si Allen hubiera reencarnado en Owen Wilson en el filme. ¿Owen Allen? ¿Woody Wilson?
La película, para muchos, ha sido uno de los mejores filmes, que ha hecho Woody Allen en su carrera como director. Aunque uno de los motivos reales para que la película se haya convertido en un éxito de taquilla, más que el argumento, es que, al igual que lo hizo con Vicky, Cristina, Barcelona, en España, Allen efectúa varias tomas excelentemente realizadas de Paris. Una experiencia memorable si se ve en cine y no en video. Esta, quizás, sea una de las razones más interesantes para decirle a su novia, o su novio, para que le pague el boleto y vea esta comedia romántica el fin de semana.